sábado, 17 de diciembre de 2011

Credo

Creo en las tardes enteras jugando a los playmobil con mis hermanos. En los veranos de tres meses en la casa con jardín de mis abuelos y en los asados en el quincho de esa casa. En los kartings de plaza Almagro con mi viejo y mi hermano. En volver a sentirme un chico mientras juego con mis hermanitas de seis y diez años. En los días a pura pileta en el club. En los atardeceres con Luz en la playita de Aguas Dulces, Uruguay. En el mar y sus olas. En las noches de verano. En viajar. En la murga uruguaya y en Alfredo Zitarrosa. En el fútbol como juego, no como negocio. En una peli pochoclera cada tanto. En hacer una lista antes de ir al supermercado. En la siesta, pero sin ejercer. En volver a sentirme útil. En el humor. En tus ojos que no mienten. En ser ordenado con la plata. En el periodismo, todavía.
En el miedo a envejecer.  En el miedo a la muerte. En no tener religión, ni dios. En ser padre.
Y creo en mí, pero sólo a veces...

3 comentarios:

  1. Y yo creo en vos, pibe, con todo lo que tengo, todo el tiempo. Precioso texto.

    Tu viejo

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  2. Gracias, Pa! Muy lindas palabras. Me alegra que te haya gustado el texto. Este fue uno de los trabajos que hicimos para el taller de Leila Guerriero, hace un par de años. Por eso las edades de las nenas.

    Abrazo grande!

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  3. No quiero sonar como Francisco o Ricardito... Pero yo creo en vos, negro hermoso.

    Como la primera vez que te leí, seguís erizándome la piel con tus palabras. "Piel de pollo", diría Clara.

    Besines,
    Luce.-

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